Hoy quiero reproducir una conversación que he tenido esta tarde con unos amigos discutiendo sobre lo humano y lo divino, a los que llamaré C1 y C2 para mantener el anonimato, mientras esperábamos en la calle a que la novia de C2 saliera de trabajar:
C1: Esa tía que viene por ahí tiene unas tetas increibles.
C2: Si, pero está un poco delgada…
Yo: Un poco es quedarse corto, imagínate la escena… las tres de la mañana, en un hospital declarando ante un municipal: «Se lo juro agente, era sexo consentido, no a habido malos tratos. Le rompí la cadera follando.»